Si has de salir corriendo, indistintamente de la razón que tengas, hazlo, pero no sin antes pedir ayuda.
Tu Ángel de la guarda es tu guía, tu compañero fiel ante peligros o soledades que puedas temer, aún sabiendo que nunca estás sola, ni solo.
El proceso del propio crecimiento personal es complejo y en ocasiones los mundos se aprecian distorsionados, pero eso no quiere decir que lo sean realmente.
Ves lo que no es y lo haces de forma confusa, de acorde a cómo te sientes interiormente sin que seas capaz de percibir que se trata de una deformación personal.
Tu mente juega a querer tener razón y, tu corazón intenta salir y decirte que ese no es el camino. Pero tu haces caso omiso a este último. Es ahí cuando se produce ese conflicto contigo, es lo propio de tu malestar. Tu cuerpo responde a cómo te sientes vibratoriamente, aunque tú lo desconozcas, o no quieras verlo, y él se muestra con causas físicas, ante tu estado, al que haces frente, sin hacerle.
Si de verdad quieres solución y respuestas, entonces tómate tiempo consciente contigo.
Siéntate en silencio, o pasea en la naturaleza, para descubrir qué le sucede a tu Alma y ábrete a encontrar la calma que tanto requieres.
¡Permítete todo!
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