Hay días en los que caminas lentamente y fluyes con cada paso que das.
Te envuelves en el ambiente que te acompaña.
La sonrisa es tímida, pero llena y alimenta tu interior.
Mientras avanzas, una suave música te susurra un sutra con un ritmo alegre, vibrante, lleno de energía. Te permite reencontrarte contigo en tu silencio interior.
Luego, según vas por tu camino, resulta que algo te molesta. Sí, tienes una piedra que no ves, que se esconde entre tus propios pasos. Es como si no terminases de quitarla. Resuena algo así como que no sale de tu camino, de tu vida.
¿Alguna vez te ha pasado algo así?

Hoy he parado por dos veces, intentando localizar en mi pie izquierdo, una piedra que rondaba por él.
La primera vez no logré encontrarla, y en el transcurso de la mañana volvió a hacer acto de presencia.
Por la tarde, cuando estaba de nuevo en la calle, nuevamente me saludó. Lo curioso fue que me había cambiado de plantillas, zapatillas e incluso me había sacudido los calcetines.
Me pareció como un: ¡Hola, estoy contigo!
Por eso empecé a ser consciente de que ahí estaba el mensaje de hoy, este que ahora te he contado….
Y sí, tampoco esta vez la encontré.
… Me encantan los misterios de la vida. Feliz ahora, enAmor.
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