No es cuestión de saberte especial.

Eres tal como tu hermana. Como todo ser en tu realidad. 

Hoy, he de contarte algo que forma parte de mi realidad. Mi ego se queda fuera, para nada es algo a modo de engrandecer de algún modo mi existencia, sino todo lo contrario, reconocer quién soy. Algo que durante mucho tiempo desconocí, o incluso oculté.

Y da igual si lo he hecho solo a mi ser o hacia el resto, la cuestión es que me perdono por tanto tiempo de sufrimiento que afortunadamente, puedo expresar para que pueda servir de ejemplo a quién se crea en soledad. 

Desde mi infancia, he sentido que había Algo que me acompañaba. Que me ayudaba a seguir cada día.

Tenía claro que no se trataba de era algo procedente de mi familia o entorno, en realidad ahí es donde tenía las lecciones más grandes que aprender.

Con ellos, he podido ir desgranando estados del ser y he podido ir creciendo a base de capítulos que en más de una ocasión, me costaron la dignidad. O al menos así lo había creído.

Hoy les doy las gracias a cada uno de esos seres que, con sus experiencias, me han ayudado a solventar mi camino. 

Gracias a sus decisiones he ido reencontrándome con mi verdad, me siento Dichosa y muy agradecida.

He sufrido un montón porque ni yo misma creía en mí.

Me sentí tan sola en el mundo, que sólo quería estar en las nubes, porque me sentía en la calma de Dios. Y lo que pasaba es que creía que Él me había abandonado a mi suerte. O mejor dicho a mi mala suerte llena de dolor. 

Elegí una familia en la que encarnar y vivir ciertos procesos que creí. Pensé que cada uno de ellos era real y me identifiqué con ellos y con las personas. Así sucedió con el entorno, en el que creí que tenía que encajar, que hacerme notar y que me quisieran. 

Creí que era yo la que tenía que hacer lo posible por ser aceptada, cuando en realidad, yo no me veía a mí misma. 

Buscaba lo que creía no era, y en ese camino, me perdía más. Hubo incluso un tiempo en que dejé de creer en Dios, en Jesús y la maravillosa labor con que había venido al mundo, y regresé a Él.

Cuando lo hice, entendí que el poder estaba en mi, como siempre había sido.

Que jamás estaría ni había estado sola.

Que cada experiencia la había pedido yo y por eso, era momento de perdonar y sobre todo, de perdonarme a mí.

Hay personas que dicen que no todo se puede perdonar, y yo les digo que el amor hacia uno es perdonarse y entender, que no existe el dolor ni el culpar a otros.

Y da igual si se trata de una lección de abusos psíquicos, malos tratos, de violación, de un trabajo que no te gusta, de la igualdad en el sueldo, de invisibilidad laboral o social, y todo lo que se te pueda ocurrir que te pasa, nada es ni bueno ni malo, porque no es.

Tu manera de enfocar los pensamientos es clave para cómo vives las experiencias y sí, perdonarte por esos pensamientos. Y de igual manera no que crees, lo que no es. 

Alguna persona conoce ciertos detalles de mi vida, pero creeme que hay muchos matices que desconocen.

El cómo siento la vida es un detalle que no siempre es comprendido, pero me consta que así ha de ser. He de salir de la realidad que he creado para poder despertar del todo, y por eso sigo en el camino.

Lo especiales que somos​-blogasunada

Voy paso a paso, sin saltarme alguno para así, hacer que este paseo sea el verdadero. 

Así se logra reconocer el propósito de quién eres, para seguir tras un tiempo de reconocimiento.  

No estoy aquí para hacerme notar o que se me vea, sino para ayudar desde mi. Para servir y con mi ejemplo de experiencia, poder ser puente en el despertar de otros seres.

Yo soy, con una labor, como tú.

Mi tiempo me acompaña en el proceso del despertar, de recordar lo que Es, y desde ahí, comunicarlo.

Soy una especie de comunicadora que hace llegar los mensajes que puedan estar adaptados al tiempo en el que estamos, y a la forma en que nos relacionamos.

Una mensajera con propósito, ¿Y tú? 

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