Un gran día,
como otros.
Un gran portal,
como siempre.
Cada instante es el propio para crecer.
Momento preciso y maravilloso para aprender a entregarnos, a perdonarnos.
Porque, te has preguntado alguna vez sobre ¿qué sería de ti, si no logras perdonar aquello que consideras un error?
Tal vez ni te has parado a pensar en ello. Deberías tomarte un tiempo y hacerlo.
Elegimos.
Decidimos.
Vamos por caminos, y en ocasiones tomamos atajos para no decidir sobre nuestro destino. Hacer aquello que quieres no siempre es sencillo, puesto que te rodean demasiadas lecciones con las que lidiar.
Cada día puede ser un infierno, si es que crees que en realidad no eres la Luz que ha de salvarte.
Te has acostumbrado a tirar hacia adelante, y resulta que das vueltas sobre el mismo eje creyendo que avanzas, o mejor dicho, haciéndote creer que es así, pero tu realidad, es que sabes muy bien dónde te encuentras. Sí, aunque tal vez no logras ver ese camino o puerta de salida hacia el siguiente espacio.
“La humildad de Ser” te permite reflexionar sobre quién eres.
¿Te reconoces?
Eres una parte de Dios, y como tal, por ser Su Hijo, Lo llevas dentro. Pero has dejado de creer.
No confías en tu interior, en ti. Has creído que tu soledad es real, mientras confirmas esos detalles que la envuelven en niebla para mantenerte alejada de tu divinidad.
El alma es ese Ser que te acompaña y que hace seas quién eres. Nada tiene que ver con ser rico o pobre, ni bueno o malo.
La dualidad no existe porque en realidad, somos Todo.
Somos esa Unidad que ansiamos encontrar fuera, y por la que perdemos el tiempo buscando sin darnos cuenta de que ya somos lo añorado.
Deja de estar fuera y entra en ti, en tu espacio.
Tu Ser llama a la puerta para que permitas que tu propósito sea.
Tu humildad ante ti, hace que puedas permitirte perdonar lo que hasta ahora has creído. Quiere que te reencuentres con tu Ser.
Confía en tu interior y si aún te escuchas poco, presta más atención y permítete brillar. Recuerda que eres luz del mundo.
Feliz presente, hoy y siempre.
