Más de una vez me pregunté en qué fallaba, porque no llegaba a ti. 

¿Sabes cuál era la respuesta? Me hacía mal la pregunta. 

Uno no debe hacer para obtener resultados proviniendo de lo ajeno. Has de partir y llegar al interior, al tuyo, a tu persona. 

Ahora, me hago la pregunta de cómo poder resolverte alguna duda. O qué he de realizar para poder ayudarte. El proceso del cómo en sí mismo, el medio para llegar a ti, y a los demás seres que están a bien por recibirlo. 

Por eso, hago lo que hago, teniendo claro que mi labor es como siempre enfocada hacia el bien común. Mis útiles son los diferentes métodos, maneras en las que voy invirtiendo, con el único fin de saber que llego a quién ha de ser

El método se produce antes, cuando resueno con el proceso para que sea lo que así ha de ser, y entonces, todo fluye de otra manera. 

Parece increíble que algo tan sencillo, como el modo de hacernos preguntas, pueda tener resultados tan distantes a la hora de obtener la respuesta. Dar con las palabras adecuadas, implica también el tener el punto de vista desde donde nos encontramos para observar, y reconocer el mensaje por el que preguntamos. 

Las palabras, dichas o pensadas permanecen y vibran en tu realidad.

Parece que son algunas simples letras, apenas nada podríamos decir pero, bien es conocido que una palabra, aunque se creía que la llevaba el viento, esta va marcando todo el trayecto por el que va, haciéndolo suyo con tus pensamientos, sentimientos y esos quehaceres que dejas libremente, creyendo que no van a ningún lugar. 

Todo es como ha de ser. El cómo trates a tus palabras, hace lo que manifiestas, haciendo que lleguen de un modo u otro, en tí está ser consciente de los caminos hacia unos destinos por alcanzar.  

Y resulta,
que yo me fallaba a mí…

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