Es alentador ver que el pueblo se une. Comprobar que los vecinos estamos atentos a qué sucede con el de la casa de enfrente. No hablo de cotillear, de querer saber sobre su vida, o sus idas y venidas, no, hablo de solidaridad.
Quizá sepas, o no, que vivo en un pueblo. Sí, en uno cuyo número de vecinos diré, como buena gallega que se expresa abiertamente entre un aquí o allá, que ni somos demasiados ni tampoco tan pocos. Ambiente cierto es que no abunda, no por la reclusión actual, ya en la tónica general y habitual es un simple, porque no.
Centrándonos en el barrio, estos días salimos a las horas marcadas para ser parte de la iniciativa que quiere ser apoyo y rendir homenaje a los sanitarios y cuerpos del estado por su trabajo y la labor tan compleja y dura que están haciendo viviendo en primera persona, haciéndonos eco también con los vecinos que resuenan desde otros puntos del pueblo.
Y nos preocupamos.
Nos emocionamos al aplaudir y gritamos con fuerza por si nos escuchan más allá y para soltar esa rabia que de algún modo se contiene en nuestro interior.
Y nos responsabilizamos.
Buscamos ayuda cuando la necesitamos y encontramos soluciones. No es suficiente, ni queremos, dejar pasar lo que no encaja en la cotidianidad del día.
De ahí el latente compromiso para con el vecino. Y es que hoy puedes ser tú y mañana tal vez yo. El empeño y la atención es lo que hace que podamos salvar una vida, o reconocer el cadáver de esa alma solitaria que pasaba las horas encerrada al amparo de una tenue luz que ha dejado de brillar.
Ojalá y puedas ser consciente del despertar que te dice y avisa del momento de partir y, como tal, puedas alcanzar el camino de regreso donde la vida se aúna de nuevo en el Hogar, en Dios.
Siempre enAmor Agradecida ©AsunAdá
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