Por lo general, el ser humano sabe mucho más de lo que cree.
Aunque no se pare demasiado consigo mismo, conoce qué le sienta bien, y qué no lo hace tanto. Son muchas las veces que esperas y no te llega la respuesta, porque realmente quieres una concreta, y no la que te ha llegado hace tiempo y que has descartado. Quieres oír, simplemente lo que quieres, no la verdad de lo que es mejor para ti.
Ahí está tu tiempo de vueltas por el laberinto de tu existencia, buscas lo concreto sin valorar si es lo acertado, no te abres a la expansión de la vida. Esperas sin más, y no quieres hacer lo que te dice tu corazón por miedos, por todo lo que te pueda expandir, etc, infinitas son los posibles motivos.
Pretender ocultar tu verdad, te llevará a una vida a medias, porque no eres tu mejor versión, te has quedado en un pedacito de ti, inconsciente de tu magnitud.
Ver lo que no te gusta y no te hace feliz, es saber qué no vibra contigo.
Podríamos decir que se trata de algo que no es para ti. Llegados a este punto, lo mejor sería que lo soltases y dejases ir por su camino.
Querer creer y hacerlo, conlleva a abrirse a lo que pueda pasar.
Puedes seguir pensando o preguntándote mil veces, qué haces mal, o qué es lo que no está bien en tu vida, pero si te dedicases el tiempo necesario, y quisieras aceptarlo, podrías ver muy bien todo lo que tienes y cómo te hace sentir. Acaso no sabes si eres feliz en tu trabajo, entre tus amistades, practicando ese deporte, bañándote en el mar, la pareja que has elegido, los estudios que haces…. Ver la vida y ponerle nombre a casa situación puede abrirte los ojos, queda el que tú quieras hacerlo.
Una vez que lo sabes y le has puesto cara, entonces es momento de hacer las modificaciones que consideres.
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