Te dejas llevar por tanta labor,
que,
aún no olvidándote de ti,
de quién eres,
caes en el pensamiento del rencor,
hacia ti mismo.
Es sencillo caer en pensamientos tristes, en culparnos de lo hecho,
o de lo que no.
Tenemos siempre la oportunidad de decidir qué hacer con nuestras vidas, pero es costoso también el poder salir de esa encrucijada en la que nos metemos y mantenemos cómodamente a pesar de saber, que no estamos bien.
Cuando vemos cosas en otros que nos provocan un movimiento interno, tómate tiempo para analizar qué te ocurre.
¿Qué estás haciendo, o que no, que provoca ese malestar en ti?
Es algo tuyo, siempre hay sitio para todos.
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