Hacemos tanto por alejarnos de nosotros, que creemos que nos hemos encontrado.
Y resulta que solo hemos estado dando vueltas por no querer hacer frente a lo que tenemos delante. Porque ver, no siempre es el resultado de mirar, sino que más bien es cuando no queremos hacernos cargo de algo, o de tomar la decisión que nos va a llevar, a dónde hemos de ir.
Parece muy fácil esto de tomar decisiones, pero aunque sepamos casi a ciencia cierta qué es lo que tenemos que hacer, no lo hacemos. La decisión sabemos cuál es, pero no la tomamos. El camino, podría decirse que lo conoces, o al menos sabes que por el que estás caminando, no es el correcto, porque ya vibra en ti esa incertidumbre o falta de algo más, que es justamente la clara señal de que no es tu verdad.
Hacemos que no entendemos ciertas palabras, maneras de explicar o incluso los mensajes que nos llegan a modo de señales, bien sea por algo que escuchamos, leemos, por las circunstancias que vivimos o cualquier manera de entender que nos estamos equivocando en los pasos que damos. Lo que viene a ser que hemos de parar, para analizar y recapitular. Aún así, seguimos enfrascados y nos preguntamos el por qué de nuestros fracasos…
¿Acaso no acabas de entender que te haces caso omiso a ti, a tu cuerpo y a cada uno de los avisos que te envía?
Haz lo que veas.
Yo he decidido cambiar, y seguir a la voz de mi intuición. Escucharla será mi camino.
¿Y el tuyo, cuál será?
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