Parece increíble lo mucho que haces, y lo poco agradecido que te sientes de ello.
Porque es fundamental dar gracias por cada momento. Por todo instante en el que respiras.
Y no es cuestión de decírselo a alguien o que te vengan a dar esa palmadita de “enhorabuena”, para nada va ahí la atención.
Agradecer quiere decir sentirse pleno y lleno por dentro.
Esa sensación que hace que te sientas feliz al mirar una flor y disfrutar con sus colores, con su olor.
La felicidad de la plenitud, te hace reconocer que estás vivo y que la vida es eso, detalles.
Hay personas que disfrutan de cada instante aunque este resulte doloroso, porque saben que así ha de ser. No es conformismo, sino reconocer que cada proceso viene de una decisión y a su vez, de toda una experiencia. Pero para ello, antes de nada, has de saberte sabio en el tiempo que vives.
Saber que la vida va más allá que el instante y a la vez, que solo tienes el momento.
El ahora es lo único que existe porque lo vivido, considerado bueno o no tanto, ya ha sido, y el futuro, es algo incierto al presente.
Hay muchos seres que afortunadamente, experimentan la vida viviendo a lo grande, que es hacerlo desde el amor del corazón.
Nada mejor que la sencillez, para vivir en calma llenos de felicidad.
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