En ocasiones, nos vemos en la obligación de dar explicaciones, de entender qué hacemos o de lograr encontrar el verdadero sentido a la vida. Y resulta que todo empieza por estar en nosotros.
Cuenta la leyenda que podríais estar sin comer y sin beber, alimentándote de la energía del sol, el prana de la vida que habita en el mundo, pero no nos lo creemos. Estamos tan acostumbrados a hacer lo que toca hacer, que pasan los días y terminamos por no escucharnos, y si lo hacemos, es solo por tiempo determinado, puesto que de ese modo el sufrimiento parece menor.
Sí, el tiempo es abstracto y a la vez, absoluto. Conocemos nuestra esencia, aunque desconocemos el verdadero camino por el que ir. Y cuando nos decidimos a ir, entonces aparecen las trabas o las piedras en el sendero y, dudamos, no damos crédito o la confianza en nosotros empieza a hacerse fuerte.
¿Será que nuestro cometido es pensar demasiado o, hemos de hacer más cosas?
Otras veces entre dudas, nos preguntamos qué es lo que hacemos que no logramos salir adelante como se suponía iba a suceder.
¿En qué hemos fallado, que el éxito se nos resiste?
Preguntas que van y vienen como al mirar la vida a través de un retrovisor, todo pasa, al mismo tiempo que existe, aunque creamos que no.
Explicar los propios sentimientos.
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