Echar de menos.
Sentir la falta.
Añoranza.
Ausencia de ti cuando no te encuentras en tu interior. Cuando te dejas llevar por lo que no eres tú.
Entonces, es ahí donde el mundo, el tuyo, se vuelve extraño y dejas de ser. La realidad que te acompaña se traduce en hechos que ves, porque los generas. Te conformas con lograr apenas, la mínima parte de quién eres, cuando realmente podrías lograr todo lo que alberga al sentir de tu existencia.
Dejarte llevar quiere decir que fluyas desde tus adentros, de eso que habla de ti y te dice que todo va bien, no como consuelo, sino como la verdad de la esencia que eres. La que has olvidado porque te has dejado llevar por el exterior, lo ajeno a tu realidad interior.
Escuchar el latido de tu corazón te da la calma que hace bien a tu respirar, es la traducción de tu pureza, sin dar pie a algo que tienes quizá incrustado en tus recuerdos, pero que no pertenece a la pureza de tu alma. Está en ti sí, y te acompaña, pero del mismo modo que las herencias pueden ser recibidas o rechazadas, puedes dejar marchar todo lo que no te hace bien, lo que no te pertenece, por más que sean hechos de tu pasado, o acompañamientos en tu ADN.
Puedes salir de cualquier agujero en que te encuentras, para ello, lo primero es ser consciente de dónde estás, luego el paso de decidir que quieres cambiar de rumbo y, poner toda la atención e intención en seguirlo. Tal vez no te parezca sencillo, y puede que sea costoso, como cuando transitas un camino que lleva subidas, bajadas, piedras o terraplenes…
La vida está llena de senderos dispuestos, a que los camines y sino, que puedas tomar otro. En cada decisión, está la capacidad de hacer, y de tomar una nueva.
Feliz presente.
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