Cuándo permites y te niegas, poco logras peor, que grande es cuando consigues darte la oportunidad, de creer y confiar en lo más grande, ¡en ti!

Pasan los días y dejas que el mundo crezca, y te olvidas de la insignificante fragancia que tu esencia deja, tal una estela cuando se deja caer una noche con luna luna.

Qué bien diferente es a cuándo no hay luz del gen astro. Pero ambos existen, con brillo visible o no, se dan cita en el universo, del mismo modo que lo hacen contigo. 

Por ese mismo querer es que también, te mereces la grandeza de las alturas, de las altas esferas, del absoluto porque tú, infinita insignificante grandeza, eres parte del mismo Todo.

Dios te ha bendecido porque así lo has querido y cada instante quieres. No permitas que otros, ni tu misma, te quiten el don de la Divinidad.

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