A la hora de vivir, cada uno de nosotros tiene sus particularidades, y a la vez estas, les pueden resultar extravagantes a otros que no seas tú. Y viceversa.
Porque es cierto que lo que para ti puede ser una gran idea, otro la sitúe en el opuesto de su lista, aunque no por ello es ni mejor ni peor.
La vida está llena de todas estas opciones para todo el mundo, y por ello puede hacerlas suyas dándole el enfoque que más se aproxima a su manera y visión de la realidad. Pero nada escapa a su verdad, ni tampoco a los ojos de quién observa.
Si piensas en lo que ha sido, eso que viviste con anterioridad a ahora, y que te ayudó a dar el paso que necesitas, tal vez lo tengas como en un altar al que hacerle ofrendas sobre esos hechos.
También es posible que te olvides, de una manera consciente de quién deja de recordar, aquello que una vez te dañó. O lo mantengas como la experiencia dolorosa en que se sumergió, y sin más, la taches por maligna. Sin ver más allá de ese dolor que, te ayudó a mucho más.
¿Acaso crees que tienes las experiencias para sufrir y no para recordar o aprender?
Las vivencias conllevan sus matices y sí, en ocasiones también dejan cicatrices que se ven, pero no por ello no malas, ni hay que torturarlas, puesto que ese proceso ha sido parte de nuestra propia tortura en su día, cuanto más lo recordemos, mayor será su fuerza, aún habiendo sido y permanecido en el pasado, es imposible que fluya de nuestro entorno cercano.
La vida es un conjunto de sumas de procesos y según les des su lugar, su interpretación e importancia, así será la relación entre ambas partes…
¿En qué lado te quieres situar?
Si pretendes olvidar y dejar atrás lo que fue, entonces permítete fluir.
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