La culpa es de todo menos algo sencillo o fácil de llevar por dentro.
Pero pasa.
Nos sucede muchas veces, y en demasiadas ocasiones no sabemos cómo hacerle frente.
Poner los nombres adecuados a las situaciones y mirarlos a la cara, nos ayuda a ser conscientes de dónde estamos.
Saber qué nos sucede.
Llama a cada sentimiento, experiencia y pensamiento por nombre. Sí, ponle el que le corresponde para tener claridad en tu vida.
A las culpas hay que ponerle nombre, porque lo tienen.
Cuando le damos el valor exacto a cada detalle, idea o demás de lo que soñamos o creamos, entonces la realidad que experimentamos se vuelve la que nos mueve desde dentro.
El poder y la fuerza que en ocasiones buscas fuera, está en tu interior.
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