Cuando el tiempo no se detiene, y quiere decir que estás vivo.

Va quedando menos para celebrar un nuevo cumpleaños. En mi caso, es siempre una celebración a la vida, porque así lo siento. Cuando se aproxima el día, de igual modo que puede ser el fin de año natural, o el cambio de estaciones, mi ser suele pedirme hacer repaso del tiempo transcurrido desde el proceso anterior. Quiere tomarse un tiempo y dedicarse a saber, a analizar cómo estoy. Cómo estamos en el camino que hemos decidido transitar. 

Y es que todo puede cambiar a pasos agigantados o, en esos mini espacios en que dedicamos tiempo a dormir.

La vida cambia en un abrir y cerrar de ojos y nosotros también podemos hacerlo con ella. En demasiados casos, es cuestión de querer hacer, o no. 

Hoy mi tiempo me dice todo aquello en lo que he cambiado, y en lo que permanezco, de algún modo, estática.

Me advierte del camino y también, de que como siempre, yo soy quién tiene la última palabra y poder en cada una de las decisiones. Porque aunque el destino está escrito, y las lecciones a aprender también son conocidas, podemos tomar la decisión de no hacer lo que nos corresponde hacia nuestro Mayor Bien y caer en las trabas que, también habíamos dispuesto como opciones. 

Todo y nada escapa al poder de decisión que tenemos, y al aprendizaje de nuestro Ser. 

Sí, a veces me cuesta tomar la decisión justa en el momento acertado, y sigo unos pasos más para hacerlo en el siguiente cruce. O en el próximo.

Mientras tanto, sigo aprendiendo a base de exceso de dolor, o vueltas, un poco de todo que como digo, he decidido yo, que así sea.

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.